¨De tal modo, eventos sorprendentemente similares, ocurriendo, sin embargo, en diferentes situaciones históricas, llevaron a resultados completamente diferentes.¨
Carlos Marx.
No es la intención matar al
mensajero. Aunque muchas veces el mensajero no es el neutral vehículo, que
desea aparentar, de la mala nueva, sino el que, o la crea, o el que muy gustoso
la difunde. Debo confesar que no comulgo con la pretendida objetividad de
cualquier análisis, ni del periodismo, pero mucho menos en el campo de las
llamadas ciencias sociales. Ya deberíamos estar de regreso de todo. Pero hay
que decir, al menos, que la tesis que aquí se comenta, pertenece a economistas,
cubanos por más señas, de ese círculo de especialistas muy esforzados en su
tarea de convencer a Cuba de que debe profundizar, cuanto más rápido mejor, lo
que ellos llaman reformas, (la palabra actualización les produce urticaria
académica), y que padecen de esa semántica manía equilibrista de escribir
embargo/bloqueo, cuando se refieren al susodicho tema.
A propósito del debate
principalmente económico, la tesis de marras diserta sobre la ¨necesidad de diversificar las formas de propiedad y gestión de la
economía y a la vez preservar la condición socialista del sistema¨ Dicho
así, no parece que haya nada nuevo, ni que se aleje de los objetivos cubanos.
Como quien esto escribe no es economista, se priva de entrar a discutir los argumentos
puntuales de una disciplina en que son muy versados estos autores. Pero como soy de esos cubanos que están vivamente interesados en
comprender las implicaciones que tiene para el socialismo la medular cuestión
de la propiedad privada y el mercado, no puedo dejar de prestar la máxima
atención a esos criterios.
La impulsión humana de
discurrir mediante analogías conlleva a mirar, e intentar trasladar, otras
experiencias a situaciones forzosamente diferentes. Pese a que el entendido
sabe, o debe saber mejor que nadie, que la analogía debe detenerse en el límite
en que se corra el riego de extrapolar unas circunstancias específicas e intransferibles
a otras. En este caso la mirada se vuelve con insistencia hacia los derroteros
de la China y de Vietnam, especialmente, pues se tratan de proyectos que, sin
abandonar la voluntad socialista, ahora numerosos estudiosos se devanan las
entendederas para comprender desde la teoría (y para proponer prácticas) y
definir qué es ese socialismo y cómo resolver, en la época del dominio absoluto
del capitalismo, la convivencia conflictiva del interés individual con las
aspiraciones del proyecto comunista.
Nuestros economistas
comprenden bien ese conflicto. Cito de uno de esos textos: ¨… la razón de ser
de la empresa privada (por mucha responsabilidad social que puedan tener) es la
rentabilidad y la acumulación.¨ ¿Y qué dictan los tiempos? Someterse a la
evidencia...
Pero someterse con un amplio
surtido de recetas salvadoras: controles fiscales, coinversión y cogestión
entre el estado y el sector privado, etc. Hasta donde sabe este comentarista, que
es casi nada de teoría económica, los hechos tozudos comprueban que ninguna de
ellas ha podido resolver los terribles problemas, por sólo mirar al Sur, de
nuestro continente. Ahora mismo Argentina se aboca a otra crisis, después de retornar
el frenético recorte de prestaciones sociales y privatizaciones del
neoliberalismo, y al poco tiempo de comenzar a minar los modestos avances de
aquel intento anterior por lograr un ¨capitalismo nacional¨, de un rostro más
humano, menos salvaje. Y acude a nada menos que a quien ayudará a profundizar la
crisis mucho más, pidiendo desesperadamente la ¨ayuda¨ del FMI. (Recuerdo en
este instante que no ha mucho, uno de esos economistas le aconsejaba a Cuba,
urdido con sesudas razones, entrar en
ese organismo.)
Pero lo que más interesa
ahora es una arista del tema que no podía dejar de tocar un pensamiento
económico que desee librarse del reproche de encerrarse en los límites de su
disciplina. La cuestión de fondo consiste en demostrar que el socialismo, ese
que no le conviene al Capital, es, ya, inviable. Por ello, además de
recetas y procedimientos económicos que de todas maneras necesitan de una
comprobación fáctica todavía indemostrada, se necesita buscar argumentos más ¨profundos¨, y si es posible, de alguna envergadura
¨filosófica¨.
Así, ya aventurándose
en terrenos conceptuales, se nos afirma sobre Cuba que: ¨…en ningún caso el país clasificaría en la situación que el pensamiento
marxista clásico definía como condiciones para el socialismo (sociedades
desarrolladas y sistema internacional) ¨. Es decir, paladinamente
declarado: ya Cuba no puede proponerse el socialismo, aunque nótese que mucho
antes el mismo autor que decreta la imposibilidad, ha declarado que sus
propuestas se proponen ¨preservar la
condición socialista del sistema.¨ ¿Cómo va a preservar lo que ya considera
que es imposible, incluso, construir? Aquí se viola, alegremente, uno de los
principios del viejo Parménides, el de no contradicción (nada puede ser y no
ser al mismo tiempo).
Dejando a un lado
esta curiosa incoherencia, quizás un lapsus involuntario, quizás un desliz del
subconsciente, de todas maneras estamos en presencia de un anacronismo
argumental.
Pues hace ya algún
tiempo, ríos de tinta y bits informáticos por medio, que se ha refutado en toda
la línea aquella deformación manualezca del marxismo que aherrojaba el decursar
histórico a transitar por rígidas etapas, peldaño a peldaño, de una formación
económico social a otra, y que postulaba, así, el determinismo histórico fatalista
que exigía pasar por una previa etapa de desarrollo capitalista como umbral y
condición inevitable para un tránsito hacia el socialismo.
Marx refutó los
primeros vagidos de esa interpretación inicial de su teoría que luego daría
lugar al anquilosamiento dogmático del llamado ¨etapismo¨.
Estudió el idioma
ruso para informarse de primera mano acerca de la comuna campesina rusa, y acopió, estudió e incorporó a su obra cumbre, el
resultado del análisis de una enorme información
de realidades que no pertenecían a la Europa Occidental. Además puso en su
lugar esas interpretaciones que, según aclara, refutándola, estarían destinadas
a:
¨…convertir mi esbozo histórico sobre
los orígenes del capitalismo en la Europa occidental en una teoría filosófico—histórica
sobre la trayectoria general a que se hallan sometidos fatalmente todos los
pueblos, cualesquiera que sean las circunstancias históricas que en ella
concurran, para plasmarse por fin en aquella formación económica que, a la par
que el mayor impulso de las fuerzas productivas, del trabajo social, asegura el
desarrollo del hombre en todos y cada uno de sus aspectos. (Esto es hacerme
demasiado honor y, al mismo tiempo, demasiado escarnio.)¨
(ver el estudio
detallado de este tema en Marx en su
(tercer) mundo, de Néstor Kohan, en especial el capítulo homónimo. Centro
de Investigación y Desarrollo de la Cultura Cubana Juan Marinello, 2003. Contiene un anexo titulado La ruptura con el eurocentrismo. Carta a
la redacción de Anales de la Patria.)
La otra fuente es la célebre
respuesta a una pregunta de Vera Zasulich con respecto al debate de los
revolucionarios rusos sobre el destino de la comunidad rural de aquel país. Con
tanto ahínco esclarecedor le interesaba zanjar la cuestión, que el borrador
ocupa algo así como 30 cuartillas, pese a que ya su enfermedad le impedía
trabajar con la intensidad que le era proverbial, aunque al final la resumió
sólo en una cuartilla.
Pero no es el caso
exponer aquí lo que debe estudiarse directamente. Baste recordar que Marx, en palabras
de Néstor Kohan, abordó ¨la
multiplicidad plurilineal de vías alternativas (no necesariamente sucesivas)
para el desarrollo histórico.¨ Lo otro es la hojarasca que se arguye ahora, y todavía,
en el texto que comentamos, - pátina interesada de la que ya se ha librado el
marxismo clásico, el marxismo sin ismos de Marx – y que, como en un viaje a la
semilla infértil, describe un círculo hacia otra fatalidad de nuevo cuño que
apunta a sembrar la idea de la imposibilidad del socialismo, basándose, entre
otros argumentos también muy discutibles, en una deformación ya más que superada,
del marxismo de Marx.
El socialismo
emergerá como un proceso de la lucha que sea capaz de imponerse al fatalismo y
la renuncia. No hay condiciones objetivas fatales y previas que el hombre no
pueda modificar. Ese es el espíritu de la letra del marxismo que nos ha conducido
hasta aquí.

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